Reflexiones cotidianas: «Reflexiones sobre el humanismo»
Por: Prócoro Hernández Oropeza
¿De qué se nutre el humanismo como filosofía de vida? Los teóricos estiman que el humanismo, en el sentido amplio, significa valorar al ser humano y la condición humana. En este sentido, está relacionado con la generosidad, la compasión y la preocupación por la valoración de los atributos y las relaciones humanas. La palabra, como tal, se compone de la palabra humānus, que significa ‘humano’, e -ισμός (-ismós), raíz griega que hace referencia a doctrinas, sistemas, escuelas o movimientos.
Humanismo, por tanto, debería ser una filosofía que nos provea de principios y fundamentos para construir una sociedad generosa, amorosa, civilizada y compasiva. Si bien el humanismo surgió como un movimiento filosófico, intelectual y cultural que rompió con la fuerte influencia que ejercía la Iglesia católica en todos los órdenes de la vida durante la Edad Media. Con ello dejó de lado el teocentrismo que concebía a Dios como el centro de todo y dio paso al antropocentrismo, donde el hombre ocupó el centro y se erigió como la medida de todas las cosas. En este sentido, el humanismo exalta las cualidades de la naturaleza humana sin recurrir a ninguna religión para ello.
La filosofía humanista ofrecía nuevas formas de pensar y reflexionar acerca de las artes, las ciencias y la política, lo cual revolucionó el ámbito cultural y supuso un periodo de transición entre la Edad Media y la Modernidad. Fortaleció el pensamiento científico y tecnológico y con ello el surgimiento de nuevas ciencias o disciplinas que estudian al hombre en todos sus aspectos. Sin embargo, esos cambios no han hecho posible una mejor sociedad, ni un mejor hombre. El hombre en realidad no es más que un humanoide, una máquina humana que depreda el planeta, comete asesinatos, barbaries, genocidios, se autodestruye a sí mismo.
Un maestro del nuevo gnosticismo, Samael Aun Weor, afirma que el animal intelectual, falsamente llamado hombre se siente muy orgulloso de su razonamiento subjetivo y miserable que nada resuelve. Ese tremendo batallar del pensamiento ha demostrado en la práctica, ser precisamente el menos indicado para resolver problemas. Estima que abundan mucho por esta época de crisis mundial son los sabihondos que todo lo quieren resolver y nada resuelven.
Ha habido muchos cambios materiales, científicos y tecnológicos, pero no han acabado con el hambre, las enfermedades, la injusticia. Esos sabihondos dañan los frutos de la tierra son sus injertos absurdos, infectan a los niños con sus vacunas y toda índole de medicina artificial.
Por eso le llama máquinas humanas o humanoides porque son controlados por fuerzas que desconocen, son como un juguete mecánico o un soldado movidos por fuerzas que desconoce, bajo el impulso dinámico de esas fuerzas desconocidas. Cuáles son esas fuerzas desconocidas. De acuerdo a Samael Aun Weor, el batallar de los razonamientos es egocéntrico en su naturaleza íntima; el centro básico de esa mecánica razonativa es el yo psicológico, cuyo eje es egoísta y como tal nunca puede resolver problemas. Un gobernante no podrá resolver los problemas de sus gobernados si su centro de gravedad es el ego del orgullo, la vanidad, la avaricia o la corrupción. Es por ello que se requiere una facultad que no sea egocéntrica. En la serenidad del pensamiento nace una nueva facultad llamada intuición.
Qué es la intuición. La intuición nada tiene que ver con ese centro egocéntrico, la intuición es la iluminación. Pero para llegar a esa etapa se debe pasar por la beatitud, son tres fases de transformación: no pensamiento, beatitud e iluminación.
Para llegar a esa etapa, la iluminación, la sociedad debe realizar un profundo trabajo de realización espiritual, de conexión con su real naturaleza, al que el humanismo y otras corrientes del pensamiento niegan o desconocen. Si bien el pensamiento humanista apela a que la organización de la sociedad debe darse de tal modo que el bienestar humano esté garantizado y que la actividad humana no deba transgredir los valores mínimos que sostiene el humanismo, de lo contrario se estarían realizando graves violaciones al género humano en su totalidad. Pero mientras los agregados psíquicos no sean eliminados del ser humano, de esa máquina humana, esos entes gobernarán el mundo, nuestras vidas, seguirán controlando nuestra mente y destruyendo con su avaricia este hermoso planeta.