En Opinión del Profe… El fin de la Política es el “bien común»

Si los buenos políticos son los que consiguen grandes beneficios para sus pueblos, con vocación de servicio a los demás, los malos serían entonces los que buscan el BIEN PARTICULAR, el suyo propio y de sus intereses de grupo

 

Desde los remotos tiempos de la filosofía clásica griega con sus más notables exponentes Sócrates, Platón y Aristóteles, considerados como los grandes teóricos de la Ciencia Política y el primero de ellos fundador de la Ética, hasta nuestros días, se coincide en que el fin último de la actividad Política, es lograr el “bien común”.

Esta expresión del “bien común” la escuchamos con frecuencia, porque la hicieron suya la mayoría de los partidos políticos en sus principios ideológicos, pero es una teoría proveniente de aquellos pensadores que fueron verdaderos genios de la filosofía griega, particularmente Aristóteles, que siguen influyendo a través de los tiempos.

El BIEN, es un concepto de gran amplitud y se ha expuesto y discutido en la Ética, que es la encargada del estudio de este tipo de valores, los axiológicos, como algo subjetivo y muy relativo. Es decir, que lo que para muchos puede ser un gran bien, para otros tantos puede no serlo, y hasta puede ser su antítesis que es el mal. Los actos humanos son una de una diversidad asombrosa, los hay insólitos y hasta increíbles, como son los casos de personas que sienten felicidad haciendo el bien a los demás sacrificando incluso el bien propio y el de los suyos.

Las conocidas frases de “hacer el bien sin mirar a quién”, “es mejor dar que recibir” (que se interpreta como que es preferible estar en condición de dar que de pedir) “preferible sufrir una injusticia que cometerla”, etcétera, están inspiradas en las admirables doctrinas éticas de pensadores antiguos, como los arriba mencionados, entre otros, que a su vez influyeron en la doctrina Cristiana siglos después, que se han difundido y enseñado hasta nuestros días por Iglesias y Pastores religiosos, sin éxito, pues en la práctica es sumamente difícil acatar tales máximas, ya que se requiere para ello un alto grado de bondad y sobre todo de sabiduría, para valorar esos actos y realizarlos de manera cotidiana.

Y por lo que respecta al término COMÚN, se entiende que sea para todos, no para unos cuantos, como realmente sucede en los sistemas económicos y políticos injustos, en el que ningún dinero alcanza para acabar con la pobreza de millones de seres humanos, principalmente porque es prácticamente imposible, mientras siga la explotación a la clase trabajadora en el inequitativo capitalismo salvaje, en donde en los países subdesarrollados, no se pagan los salarios que corresponden al trabajo, pero también no tienen llenadera de dinero los sedicentes buscadores del poder político.

Si el fin de toda actividad política y de los partidos, es el BIEN COMUN, habían de empezar por ellos mismos; si los buenos políticos son los que consiguen grandes beneficios para sus pueblos, con vocación de servicio a los demás, los malos serían entonces los que buscan el BIEN PARTICULAR, el suyo propio y de sus intereses de grupo.

En este tema hay mucho qué comentar, empezando por este mundo tan ingrato bajo la tiranía del dinero, en donde la mayoría de los políticos y sus partidos buscan el poder por el poder mismo, como enseñaban los antiguos Sofistas a los jóvenes de la aristocracia de su tiempo. (Ejemplos hay muchos, en todos los niveles en nuestro entorno social).

Cabe destacar, que la concepción del “bien común” forma parte de la Teleología, que es una doctrina filosófica, que explica y estudia un fenómeno por sus causas finales, considerando el universo, no como una sucesión de causas y efectos, sino como un orden de fines que las cosas tienden a realizar, que aplicándolo al concepto de Estado, el orden jurídico y la actividad de la sociedad humana estatal, llevan necesariamente esta misma “teleología”, o sea tienen la misma finalidad que el Estado-Gobierno, concurriendo en el mismo objeto que es la obtención de este “BIEN”.

Pero no cualquier bien, sino aquel bien, en la que confluyen todos los miembros de la sociedad, para realizar los más altos valores de la convivencia social humana, en la que participan todos para obtener el bienestar general, el más alto de todos los bienes que es precisamente el “bien común”, que además es un “bien público”.

Por lo tanto, la finalidad de la política es la conformación y consolidación de un Estado-Gobierno, que como lo conceptualiza Porrúa Pérez, es una sociedad humana establecida en el territorio que le corresponde, estructurada y regida por un orden jurídico, que es creado, definido y aplicado por un poder soberano, para obtener el bien público temporal, formando una institución con personalidad moral y jurídica.

Pero esto no lo saben o se les olvida a nuestros gobernantes, que incursionan en la actividad política, buscando servirse del poder del Estado, cuando la connotación filosófica y causa final es y debe ser el BIEN COMÚN.