Te vamos a encontrar

Todo comienza con un

 nerviosismo que recorre tu espina dorsal, el aire se vuelve más pesado y con el pasar de las horas cuando lo “común” se vuelve sospecha y el presentimiento se vuelve una condena.

Te congelas por un minuto, respiras profundo y de alguna manera deshaces tu nudo en la garganta, buscas la mejor foto y te vuelves valiente al escribir — Ayúdenme a encontrar a mi hermana — A partir de que publicas esa frase todo es tan confuso, recuerdas todas las noticas, todos los nombres, todos los hashtag, se te desbordan los ojos pero no hay tiempo para sentarse a llorar, lo único que sabes es que tu hermana está allá afuera y tienes que ir por ella, volteas a ver a tu familia y todo es instintivo, alguien va la fiscalía, otro le marca a sus conocidos y el último comienza a mover la noticia, aun no es tiempo para llorar.
Las horas pasan, piensas en lo peor, temes lo peor, pero respiras te enfocas y das otra entrevista con la esperanza que alguien te lea y te pueda dar información relevante. Volteas a ver a mamá y te partes un poquito más. Buscas respuestas, el celular no deja de sonar, familiares que los años había borrado regresan, cuesta trabajo reconocerles pero ahí están.
Te encuentras con los amigos que te sostienen, todos apoyan, todos suman tanto que te llega a abrumar, contestas con educación; esperan respuestas que no tienes y un silencio envuelve todo, te mantienes valiente.
Los días pasan, te topas con la realidad, encuentras un camino recorrido por miles de familias y te abrazan como uno de los suyos, nos une el dolor y nos mueve el amor, te aconsejan, te acompañan, no te sueltan para nada. Es raro pensarlo pero encuentras consuelo cuando te dicen — yo te entiendo — , te comparten su historia, escuchas una, dos, tres, cuatro y con cada una un frío terrible, compartes una mirada y descubres un lenguaje que no debería de existir, el del dolor de no encontrar respuestas.

Antes que nos alcance el olvido llegan ellas, las madres de tantos otros, madres que te adoptan y te guían por un sendero doloroso, madres que son ejercito, armadas de engrudo, volantes, lonas, palas, picos y que no dejan que el tiempo les termine por arrebatar a los suyos. Son familia que grita por los que ya no están.
Los días pasan te abrazas a la esperanza, sigues valiente, cansado, agotado pero sigues, no hay manera de parar. Tu familia crece y entiendes que el amor trasciende, te vamos a encontrar te repites mil veces durante el día.

Baruc Sánchez.